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Carga

Carga Tras atravesar densos bosques, al fondo de una amplia avenida flanqueada por un bello jardín surge una basílica majestuosa que domina el paisaje. A ella se accede por una impresionante escalinata, anuncio del lujo interior. Frontones de mármol de carrara, imágenes de plata, griales dorados, pavimentos bicolor, se usaron en el siglo XVII para rendir culto al fundador de la orden jesuíta, cuya vivienda, colindante con el templo, es un ejemplo de sobriedad. Dominando el templo, estos setenta y cinco metros de cúpula llevan más de trescientos años soportando una cargada decoración que cubre absolutamente todo el espacio interior. Quizá por ello, cansada, decidió agrietarse al comenzar el siglo XXI.

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