Abierto
Pincha aquí y podrás seguir Buscando Luz.
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A pesar de su férrea voluntad, ni la barandilla del Palacio Real ha podido resistir el avance del tiempo. Lleva años en el mismo lugar pero el agua, el sol, el viento van dejando arrugas sobre su piel, testigo de tanta historia lusitana.
SINTRA (Portugal). Octubre de 2004
En las calles de mi infancia también hay patios con tejado de uralita bajo el que tender los días nublados. Los patios de mi infancia también tienen macetas acumuladas sobre un gastado suelo de cemento mal rematado y paredes deslucidas por años de lluvias y pocos cuidados. Las calles de mi infancia permanecen en el recuerdo de un barrio madrileño de extrarradio cuando los inmigrantes procedían de Ávila o de Cáceres y acudían, igual que ahora, cargados de miseria y esperanza. A veces, caminando por el mundo, encuentro calles como las de mi infancia.
SEIXAL (Portugal). Octubre de 2004
Tan cerca de la capital y tan lejos. A pesar del continuo tráfico de transbordadores que une Lisboa con Seixal, este pequeño pueblo portugués vive en otro tiempo, respira otro aroma y late a su propio ritmo. El aroma de las brasas y las sardinas que se asan en ellas se confunde en las calles con el de las sábanas recién tendidas. Unas sábanas que también pertenecen al pasado, a un tiempo en que no se reponía la ropa hasta que los zurzidos no predominaban sobre los estampados, como la pintura de la fachada que las sostiene.
SEIXAL (Portugal). Octubre de 2004
Entre el murmullo de los turistas su voz sonaba como una letanía lejana. O como el canto de los pájaros, banda sonora del parque que nadie se detiene a escuchar. También su figura recordaba a un gorrión, consumida por los años o los lamentos. Desde la cima de Alfama divisaba el Tejo a través de grandes gafas de cristales difusos y protegía de la brisa su cabello plateado con un pañuelo anudado al cuello, seco cual tierra en barbecho. Los sarmientos de sus dedos enredándose en el cielo o enraizándose en su pecho atraparon también mi atención y me detuve a escuchar. Su voz dejó de sonar lejana; atravesando las telas que me cuidaban del frío se clavó en mi corazón dejándome herido. Me apropié de su clamor y lloré con sus penas. Unos gramos de cobre intentaron pagar una deuda sin precio y de su boca salieron besos como flores de buganvilla, de sus brazos caricias como rayos de sol invernal. No podía dejar de escucharla así que marché con la cabeza vuelta a su canto para comprobar como esa voz se elevaba hasta confundirse con las nubes:Não é desgraça ser pobre,
Não é desgraça ser louca.
Desgraça é trazer o fado,
No coração e na boca.
Nesta vida desvairada,
Ser feliz é coisa pouca.
Se as loucas não sentem nada,
Não é desgraça ser louca.
Ao nascer trouxe uma estrela;
Nela o destino traçado.
Não foi desgraça trazé-la;
Desgraça é trazer o fado.
Desgraça é andar a gente
De tanto cantar, já rouca.
E o fado, teimosamente,
No coração e na boca.
Después de recorrer cientos de kilómetros, el Tejo llega cansado al Atlántico, por eso se va a dormir, junto al sol de otoño. El puente de hierro y cables velará su sueño.
LISBOA. Octubre de 2004
"Más chulo que un ocho" dice el refrán. Desde lo alto de la montaña se ve el perfecto ocho que ha dibujado el cruce de caminos. Una banda infinita sin principio ni final que lleva desde el pasado al progreso y que parece un juego infantil con la perspectiva de la altura y el silencio de la cumbre.
LA CABRERA (Madrid). Febrero de 2005
Para llegar a la Ciudad Alta se puede serpentear en Vespa por una zizagueante carretera o disfrutar de una tranquila ascensión en funicular que termina en un exquisito café art decócon vistas al valle y abierto a la ciudad baja. Sus mesas invitan a llenarse de luz y perderse en el tiempo pasado que evoca la sala o en un futuro ensoñador.
Bérgamo (Italia). Septiembre de 2004
El olor evoca las calderas del infierno. Un vaho sulfuroso cubre el horizonte azul de los Alpes y los bañistas parecen exculpar sus pecados en ese agua hirviente que mana de las tinieblas y tiñe de amarillo las rocas de la orilla. A escasos metros, un lujoso balneario ofrece aguas termales a quienes están dispuestos a pagar el precio del alojamiento.
LAGO DI GARDA (Italia). Septiembre de 2004
El sol de invierno entra por la ventana y deposita su alegría en el salón. El habitante de la casa de la esquina no quiere que se le escape ni un rayo por eso sale a recibirlos tras las rejas y llena su lectura de calor.
ARCHIDONA (Málaga). Enero de 2005
Un ramillete de violetas se arquea movido por la vibración que producen las cuerdas del piano y ordenan sus tallos ligeros como una escala de caracol que ascendiera al olimpo donde las musas soplan a los pies de las bailarinas.
Madrid
Entre los canales surgen los palacios como las coladas recién tendidas, que se agitan al viento esparciendo su aroma por las calles enmohecidas.
VENECIA (Italia)
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Giulietta nunca vivió aquí pero es fácil imaginar que fue verdad, que su amante Romeo trepaba hasta esta ventana renacentista para encontrar sus labios, que las noches de Verona se llenaban de amor y deseo imposible.
Quizá Giulietta nunca viviera aquí pero en estas calles de pastel y piedra se pueden leer mil historias de amor y encontrar los ojos de una mujer que reconcilien un amanecer lluvioso.
VERONA (Italia)
Soñó con aquellas imágenes durante los pocos días que pernoctó en Venecia: una niña asiática correteaba por la Plaza San Marcos. Rompió con el dedo un cartucho repleto de maíz que su padre le había dado para atraer a las palomas. Agitó el paquete y las palomas volaron hacia ella; alrededor de una decena de aves se batía por coronar la cabeza de la niña. Soltó el paquete y corrió temerosa en busca de su padre, quien se había distanciado con unos amigos. La niña oteó más allá del horizonte poblado de palomas y estrelló el paquete contra el empedrado; cientos de granos de maíz se desparramaron en el pavimento. El bullicio de las palomas asustó aún más a la chiquilla, que rompió en un llanto desesperado.
Zoe Valdés, La eternidad del instante
Cada vez que veo a un niño con su alegría y su ilusión me contagio.
Desfile de Carnaval. Madrid 1985
La góndola se desliza entre los callejones acariciando el agua de los canales como si con su cuidada proa peinase los cabellos de la ciudad.
VENECIA (Italia)
En el pórtico de una escuela, la estatua de un cuerpo desmembrado de su cabeza (o una cabeza desprovista de su cuerpo) recibe a los estudiantes. Quizá sea una manera de explicar que a veces conviene perder la cabeza.
VENECIA (Italia)
Como si danzasen al compás del ritmo impuesto por la suave brisa que sopla en la desembocadura del Po, estos tres pescadores consiguen sincronizar sus movimientos y su postura y casi su vestimenta. A juzgar por el mimetismo que consiguen entre ellos es probable que hayan compartido muchas tardes de pesca como esta.
ISOLA ALBARELLA (Italia)
El deseo de fundirse en el agua lleva al hombre a construir plataformas sobre las olas para sentir que domina al mar. Sobre estas tarimas la vida transcurre sin prisa buscando el horizonte o esperando sin ansia que un pez muerda el anzuelo.
PORTO GARIBALDI (Italia)