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Palomas

Palomas Soñó con aquellas imágenes durante los pocos días que pernoctó en Venecia: una niña asiática correteaba por la Plaza San Marcos. Rompió con el dedo un cartucho repleto de maíz que su padre le había dado para atraer a las palomas. Agitó el paquete y las palomas volaron hacia ella; alrededor de una decena de aves se batía por coronar la cabeza de la niña. Soltó el paquete y corrió temerosa en busca de su padre, quien se había distanciado con unos amigos. La niña oteó más allá del horizonte poblado de palomas y estrelló el paquete contra el empedrado; cientos de granos de maíz se desparramaron en el pavimento. El bullicio de las palomas asustó aún más a la chiquilla, que rompió en un llanto desesperado.
Zoe Valdés, La eternidad del instante

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